martes, 16 de febrero de 2016

"¿POR QUÉ?"



Salmos 43:3
"Envía tu luz y tu verdad;
    que ellas me guíen a tu monte santo,
    que me lleven al lugar donde tú habitas."
   

Los Salmos 42 y 43 son dos partes de un mismo poema. La angustia expresada en el Salmo 42 no disminuye.

Tengamos en cuenta la repetición de las palabras "¿por qué?". La opresión del enemigo no ha disminuido. Cuando los ataques persisten, el espíritu puede languidecer. Podemos sucumbir a la persuasión de bien intencionados amigos y miembros de la familia a buscar ayuda de medios y expertos en técnicas de control mental, en uso o abuso de medicamentos. Pero tomemos una lección del escritor del salmo. Él no se ve en otros lugares en busca de ayuda. Él persiste en su dependencia de Dios solamente. Escuche su grito al Señor: 'Hazme justicia, defiende mi causa, rescátame"(v 1). Él reconoce su incapacidad para ayudarse a sí mismo. ¿Nos apoyamos en nuestra propia habilidad, ingenio y conexiones para librarnos de nuestros problemas? ¿Hemos buscado soluciones "rápida" de poderes ocultos? Debemos arrepentirnos de estas prácticas detestables (Jeremías 2: 13-19).

Dios permite tiempos de pruebas y sufrimiento en nuestras vidas. Por mucho que nos gustaría que desaparecieran durante la noche, ni siquiera con ferviente oración y ayuno se van algunas de ellas. Estaríamos débiles y confiados y Dios desea que seamos fuertes. Un padre de edad avanzada, una cirugía mayor, un adolescente rebelde, no importa la situación que estés pasando. No vamos a descender al lodazal de la desesperación. Clamemos, confiemos, recibamos, agradezcamos y testifiquemos cada situación de la cual Dios nos saca.


El estribillo concluye acertadamente este salmo. El escritor está aún muy lejos de casa. Sus problemas no han disminuido. Pero su esperanza en Dios es firme. Él no se movió. Que el Señor te mantenga firme aunque la situación sea complicada. Así sea.

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