martes, 19 de julio de 2016

MÁS ALLÁ DE LAS APARIENCIAS



1 Samuel 16:7
"Pero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón."


Considera este escenario: Dos candidatos se disputan la posición de CEO de una gran empresa. Ambos tienen las mismas calificaciones y experiencia. Uno de ellos es bajito, lleno de granos y rollizo, mientras que el otro se ve como un actor principal de uno de esos dramas televisivos. ¡No es difícil adivinar quién va a ser contratado! La obsesión por la apariencia no es algo nuevo. Aparece incluso en los tiempos de Samuel.

La Escritura describe a Saúl como "un joven de sin igual entre los hijos de Israel - una cabeza más alto que cualquiera de los otros" (9:2). Es probable que Eliab igualaba a Saul en apariencia. Pero antes de que pudiera pronunciar a Eliab rey, Dios le interrumpió a Samuel (v 7). Estamos impresionados por la apariencia de una persona, pero Dios no lo está. Él ve más allá de las miradas, ve hacia el corazón. Así fue como David, que era como una idea de último momento de su padre, fue elegido y ungido (vs 11-13).

En las familias de estos tiempos, no es raro que algunos niños sean favorecidos y otros sean dejados de lado, con sus dones y talentos no reconocidos ni afirmados. En el caso de David, aunque su familia no creía en él, uno de los criados de Saúl pensaba que él era un músico increíble y un guerrero valiente. Lo más importante, estaba seguro de que Dios estaba con él (v 18). Reconocido por sus habilidades, no pasó mucho tiempo para que David entrara en el servicio de Saúl.

Oremos para que los padres de hoy día vean a sus hijos como valiosos y únicos, con sus limitaciones y virtudes, sin hacer de menos a nadie.


Demos a las personas la oportunidad de dar lo mejor de sí mismos.

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