PERDONAR GENUINAMENTE

1 Samuel 24:12
"Juzgue el Señor entre tú y yo y que el Señor me vengue de ti, pero mi mano no será contra ti."

El 27 de diciembre de 1983, el Papa Juan Pablo II fue a una celda de prisión en Roma para reunirse y perdonar al terrorista turco que había intentado asesinarlo dos años antes. Este acto de misericordia no pasó desapercibido. Cuando el Papa murió, casi cuatro millones de personas inundaron Roma para su funeral. Y esto incluía a personas de todas las razas y religiones. Hoy vamos a leer acerca de otro hombre unos miles de años atrás que se compadeció de la persona que estaba tratando de matarlo.

Después de luchar contra los filisteos, Saúl regresó a su obsesión favorita de tratar de capturar a David (vs. 1-2). Pero fue Saúl quien se convirtió en el cautivo cuando entró en la cueva refugio David y sus hombres (v 3). ¿Dios lo llevaría a esta cueva en particular para que David pudiera matarlo? Los hombres de David lo pensaron. Sólo un empuje del cuchillo por la espalda de Saúl y David podría estar en casa, libre. Pero David pensaba de otra manera (vs 5-7). Se sentía culpable, incluso por el corte de la orilla del manto de Saúl. Si los hombres de David no se habían dado cuenta de que David no era un hombre vengativo, lo hicieron cuando fueron testigos de dirigirse a él Saul con ese pedazo de manto en la mano (vs 8-15). David era misericordioso y alguien que perdona. Él prefirió dejar el juicio a Dios y que hiciera frente a sus enemigos que hacerlo él mismo.

La piedad de David tuvo un efecto más poderoso sobre Saúl que cualquier arma de guerra podría haber tenido. Con el corazón roto y contrito, Saúl regresó a su casa (vs 16-21). David fue misericordioso, pero no tonto. El sabía que no era seguro, aún así, el confiar en Saúl y regresó a su fortaleza (v 22).

Memoriza el verso siguiente y recuérdalo cada vez que alguien te haga daño: "Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti." 1 Samuel 24:12