martes, 25 de abril de 2017

BENDITO SEA


Efesios 1:3
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo."


Toda la bondad del pasado, el presente y el futuro, Cristo lo concede a su pueblo. En las edades misteriosas del pasado, el Señor Jesús fue el primer elegido de su Padre, y en su elección nos dio interés, porque fuimos elegidos en Él desde antes de la fundación del mundo. 


El pacto eterno, basado en la seguridad y confirmado por el juramento, es nuestro, para nuestro fuerte consuelo y seguridad. En los asentamientos eternos de la sabiduría predestinadora y del decreto omnipotente, el ojo del Señor Jesús estaba siempre fijo en nosotros. Y podemos estar seguros de que en todo el rol del destino no hay una línea que milite en contra de los intereses de sus redimidos. La maravillosa encarnación del Dios del cielo, con toda la asombrosa condescendencia y humillación que la acompañó, es nuestra. 

El sudor sangriento, el azote, la cruz, son nuestros para siempre. Los sufrió para que nosotros no tuviéramos que pagar por el pecado. Cualesquiera que sean las consecuencias felices de la obediencia perfecta, la expiación expiatoria, la resurrección, la ascensión o la intercesión, todas son nuestras por su propio don. Sobre su pectoral lleva ahora nuestros nombres... Y en sus alegatos de autoridad en el trono nos recuerda y aboga por nuestra causa. 

Su dominio sobre principados y potestades, y su majestad absoluta en el cielo, lo emplea para el beneficio de los que confían en Él. Su alta hacienda está tanto a nuestro servicio como su estado de abatimiento. El que se dio a sí mismo por nosotros en las profundidades de la aflicción y de la muerte, no retira la concesión ahora que está entronado en los más altos cielos. ¡Bendito sea nuestro Señor Jesús!

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