LEVÁNTATE Y ANDA

Juan 5:8
"Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda."

Como muchos otros, el hombre paralítico había estado esperando que se hiciera una maravilla, una señal que llegara a su vida. Cansado miró el estanque, pero ningún ángel vino, nadie llegó por él. Sin embargo, pensando que era su única oportunidad, esperó aún, y no supo que había Uno cerca de él cuya palabra podía sanarlo en un momento. 

Muchos están en la misma situación: esperan alguna emoción singular, impresión notable, o visión celestial. Esperan en vano y no buscan nada. Aún suponiendo que en algunos casos se vean signos notables, éstos son raros, y ningún hombre tiene derecho a buscarlos en su propio caso. Ningún hombre especialmente que siente su impotencia para aprovechar el movimiento del agua incluso si ha llegado esa señal. Es una reflexión muy triste que decenas de miles de personas estén esperando en el uso de los medios, y las ordenanzas, y los votos y las resoluciones, y han esperado tanto tiempo fuera de la mente, en vano, completamente en vano. Mientras tanto, estas pobres almas olvidan al Salvador presente, que les pide que lo miren y se salven. Podía sanarlos de inmediato, pero prefieren esperar a un ángel y una maravilla. 

Confiar en Él es el camino seguro para cada bendición, y es digno de la confianza más implícita. Pero la incredulidad les hace preferir los fríos lugares de Bethesda al cálido seno de su amor. Oh, que el Señor vuelva sus ojos a las multitudes que están en este caso este día. Que perdone los desprecios que ponen sobre su poder divino, que escuchen cómo los llama con esa voz dulce a levantarse del lecho de la desesperación, y en la energía de la fe tomen su lecho y caminen. 

Oh Señor, escucha nuestra oración por todos los que están en esta hora de la puesta del sol, y antes que el día se rompa puedan mirar, y levantarse y vivir. Así sea.