domingo, 9 de abril de 2017

JESÚS, LA ETERNA PRIMAVERA



Cantares 5:13
"Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;
Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante."


¡Qué linda es la primavera! Cuando los vientos y las lluvias han hecho su trabajo, y la tierra está adornada con belleza. Ven alma mía, ponte traje de fiesta y sal a recoger guirnaldas de pensamientos celestiales. Tú sabes dónde podrías encontrarlos, porque para ti son bien conocidos los "lechos de especias", y con tanta frecuencia has olido el perfume de "las flores dulces" espirituales. Toda alegría está en Dios


Esa mejilla una vez tan rudamente herida con una vara, a menudo llena de lágrimas de simpatía y luego manchada de saliva... esa mejilla sonriente con misericordia es tan aromática y dulce para mi corazón. No escondiste tu rostro de vergüenza ni aún siendo escupido, oh Señor Jesús, y por tanto encontraré mi más querido deleite en alabarte. 

Aquellas mejillas estaban arrugadas por el arado de la pena, y carmesí de líneas rojas de sangre de tus templos coronados de espinas. Tales marcas de amor ilimitadas no pueden sino encantar mi alma mucho más que "pilares de perfume". Si no veo todo tu rostro, contemplaría tus mejillas, pues aún la menor visión de Él es muy refrescante para mi sentido espiritual y produce una variedad de delicias. En Jesús no sólo encuentro fragancia, sino un lecho de especias. No una flor, sino toda clase de flores dulces. Él es para mí una rosa y un lirio, mi corazón y mi primavera

Cuando está conmigo, es primavera todo el año, y mi alma sale a lavar su rostro feliz en el rocío de la mañana de su gracia y a consolarse con el canto de las aves de sus promesas. Precioso Señor Jesús, permíteme conocer muy bien la bienaventuranza que habita en la eterna y constante comunión contigo. ¡Soy un pobre sin valor, cuya mejilla te has dignado besar! Deja que te bese con los besos de mis labios.

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