jueves, 27 de abril de 2017

¡RESUCITÓ!



1 Corintios 15:20
"Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho."


Todo el sistema del cristianismo descansa en el hecho de que "Cristo ha resucitado de entre los muertos". Porque "si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, y vuestra fe también es vana; vosotros estáis todavía en vuestros pecados", escribió Pablo. 


La divinidad de Cristo encuentra su prueba más segura en su resurrección, ya que fue declarado "Hijo de Dios con poder, según el espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos". No sería irrazonable dudar de su deidad si no hubiera resucitado. Además, la soberanía de Cristo depende de su resurrección: "Porque para este fin Cristo murió y resucitó, para ser Señor de los muertos y vivos". Una vez más, nuestra justificación, esa bendición de elección del pacto, está vinculada con la triunfante victoria de Cristo sobre la muerte y la tumba... Porque "fue entregado por nuestras ofensas, y resucitado para nuestra justificación". 

Más aún, nuestra misma regeneración está relacionada con su resurrección, porque somos "engendrados de nuevo a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos". Y ciertamente nuestra resurrección definitiva descansa aquí, porque "Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros." 

Si Cristo no resucitó, entonces no nos levantaremos. Pero si resucitó, los que duermen en Cristo no han perecido, sino que en su carne verán ciertamente a su Dios. Así, el hilo de plata de la resurrección recorre todas las bendiciones del creyente, desde su regeneración hasta su gloria eterna, y las une. 

¡Cuán importante es entonces este hecho glorioso en nuestras vidas! La promesa está cumplida, la obra de la redención está hecha, la justicia con misericordia reconciliada, porque Dios ha levantado a su Hijo de entre los muertos. ¡Aleluya!

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