domingo, 16 de abril de 2017

RENACIDOS



1 Pedro 1:23
"Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre."

Pedro exhortó sinceramente a los santos dispersos a amarse "con un corazón puro fervientemente", y sabiamente sacó su argumento, no de la ley, de la naturaleza o de la filosofía, sino de esa naturaleza alta y divina que Dios ha implantado en su gente. 

De la misma manera que algún sabio tutor de los príncipes podría trabajar para engendrar y fomentar en ellos un espíritu real y una conducta digna, encontrando argumentos en su posición y descendencia, así, mirando al pueblo de Dios como herederos de la gloria, príncipes de la sangre real, Rey de reyes, la aristocracia más verdadera y más antigua de la tierra, Pedro les dice: "Mirad que os améis unos a otros, por vuestro noble nacimiento, por haber nacido de semilla incorruptible, por vuestra descendencia de Dios, Creador de todas las cosas Y por su destino inmortal, porque nunca pasará, aunque la gloria de la carne se desvanezca, y aun su existencia cesará ". 

Sería bueno que, en el espíritu de humildad, reconociéramos la verdadera dignidad de nuestra naturaleza regenerada y la cumpliéramos. ¿Qué es un cristiano? Si lo comparas con un rey, añade la santidad sacerdotal a la dignidad real. La realeza del rey a menudo sólo se encuentra en su corona, pero con un cristiano se infunde en su íntima naturaleza. Está tan por encima de sus compañeros por su nuevo nacimiento, como el hombre está por encima de la bestia que perece. 

Ciertamente él debe llevarse, en todos sus tratos, como uno que no es de la multitud, sino elegido fuera del mundo, distinguido por la gracia soberana, escrito entre "el pueblo peculiar" y que por lo tanto no puede arrastrarse en el polvo como otros, ni vivir a la manera de los ciudadanos del mundo. 

Que la dignidad de nuestra naturaleza y el resplandor de nuestras perspectivas, oh creyentes en Cristo, nos obliguen a aferrarnos a la santidad y a evitar la apariencia misma del mal.

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