miércoles, 20 de junio de 2018

CUERNOS Y CARPINTEROS



Zacarías 1:20
"Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros."

En la visión descrita en este capítulo, el profeta vio cuatro cuernos terribles. Estaban empujando hacia aquí y hacia allá, lanzándose al más fuerte y más poderoso; y el profeta preguntó: "¿Qué son estos?" La respuesta fue: "Estos son los cuernos que han dispersado a Israel". Él vio ante él una representación de aquellos poderes que habían oprimido a la iglesia de Dios. Hubo cuatro cuernos; porque la iglesia es atacada desde todos los ángulos. 


Bien podría el profeta haberse sentido consternado; pero de repente aparecieron ante él cuatro carpinteros. Él preguntó: "¿Qué harán estos?" Estos son los hombres que Dios ha encontrado para romper esos cuernos en pedazos. Dios siempre encontrará hombres para su trabajo, y los encontrará en el momento correcto. El profeta no vio a los carpinteros primero, cuando no había nada que hacer, sino primero los "cuernos" y luego los "carpinteros". Además, el Señor encuentra suficientes hombres. No encontró tres carpinteros, sino cuatro; había cuatro cuernos, y debe haber cuatro obreros. Dios encuentra a los hombres correctos; no cuatro hombres con bolígrafos para escribir; no cuatro arquitectos para dibujar planes; pero cuatro carpinteros para hacer un trabajo duro. 

Ten por seguro, que cuando los "cuernos" se vuelvan problemáticos, se encontrarán los "carpinteros". No necesitamos preocuparnos por la debilidad de la iglesia de Dios en ningún momento; puede que crezca en la oscuridad el valiente reformador que sacudirá a las naciones: los Crisóstomos pueden surgir de nuestras Escuelas Destrozadas y los Agustines de la oscuridad más espesa de la pobreza de Londres. El Señor sabe dónde encontrar a sus siervos. Él tiene una emboscada a una multitud de hombres poderosos, y ante su palabra comenzarán a la batalla; "porque la batalla es del Señor", y Él obtendrá la victoria. 

Permanezcamos fieles a Cristo, y Él, en el tiempo correcto, nos levantará una defensa, ya sea en el día de nuestra necesidad personal, o en el tiempo de peligro para su Iglesia.

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