Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
miércoles, 13 de junio de 2018
SU HERMOSA AMADA
Cantares 4:7
"Toda tú eres hermosa, amiga mía,
Y en ti no hay mancha."
La admiración del Señor por su Iglesia es muy maravillosa, y su descripción de su belleza es muy brillante. Ella no es meramente justa, sino "justificada".
Él la ve en sí mismo, bañado en su sangre expiatoria del pecado y vestido con su justicia meritoria, y la considera llena de belleza sin igual. No es de extrañar que tal sea el caso, ya que no es sino su propia excelencia perfecta lo que Él admira; porque la santidad, la gloria y la perfección de su Iglesia son sus propias vestiduras gloriosas sobre la espalda de su amado esposo. Ella no es simplemente pura o bien proporcionada; ¡Ella es positivamente encantadora y justa! ¡Ella tiene mérito real! Sus deformidades de pecado son eliminadas; pero más que eso, ella a través de su Señor obtuvo una justicia meritoria por la cual se le confiere una belleza real.
Los creyentes tienen una justicia positiva que les es dada cuando son "aceptados en el amado" (Efesios 1:6). Tampoco es apenas encantadora la Iglesia, ella es superlativamente así. Su Señor la llama "Tú eres la más bella entre las mujeres". Ella tiene un valor real y una excelencia que no pueden rivalizar con la nobleza y la realeza del mundo. Si Jesús pudiera cambiar a su novia elegida por todas las reinas y emperatrices de la tierra, o incluso por los ángeles en el cielo, no lo haría, porque Él la antepone: "la más bella entre las mujeres". Como la luna, ella sobrepasa las estrellas. Tampoco es una opinión de la que se avergüence, ya que invita a todos los hombres a escucharla. Él pone un "he aquí", una nota especial de exclamación, invitando y pidiendo atención. "He aquí, tú eres hermosa, mi amor, mira, tú eres hermosa" (Cantares. 4:1).
Su opinión que publica en el extranjero incluso ahora, y un día desde el trono de su gloria, confesará su verdad ante el universo reunido. "Venid, benditos de mi Padre" (Mateo 25:34), será su afirmación solemne ante la belleza de sus elegidos. ¡Bendito sea Dios!
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