domingo, 10 de junio de 2018

GUERRA ESPIRITUAL



Apocalipsis 12:7
"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;"


La guerra siempre rabiará entre las dos grandes soberanías hasta que uno u otro sea aplastado. La paz entre el bien y el mal es una imposibilidad; el mismo pretexto de ello sería, de hecho, el triunfo de los poderes de la oscuridad. Miguel siempre luchará; su santa alma está molesta con el pecado, y no lo soportará. Jesús siempre será el enemigo del dragón, y no en un sentido tranquilo, sino activo, vigoroso, con plena determinación de exterminar el mal. Todos sus siervos, ya sean ángeles en el cielo o mensajeros en la tierra, pueden y deben luchar; nacen para ser guerreros: en la cruz celebran el pacto de no hacer tregua con el mal; son una compañía guerrera, firme en defensa y feroz en ataque. El deber de cada soldado en el ejército del Señor es diario, con todo su corazón, alma y fuerza, para luchar contra el dragón.


El dragón y sus ángeles no rechazarán la refriega; son incesantes en sus ataques, sin escatimar armas, ni justas ni sucias. Somos necios al esperar servir a Dios sin oposición: cuanto más celosos somos, más seguros estamos de ser atacados por los guerreros del infierno. La iglesia puede volverse perezosa, pero no así su gran antagonista; su espíritu inquieto nunca sufre la guerra para detenerse; él odia la semilla de la mujer, y preferiría devorar a la iglesia si pudiera. Los sirvientes de Satanás participan gran parte de la energía del viejo dragón, y generalmente son una raza activa. La guerra arrecia por todas partes, y soñar con la paz es peligroso e inútil.


Gloria a Dios, sabemos el final de la guerra. El gran dragón será expulsado y destruido para siempre, mientras que Jesús y los que están con Él recibirán la corona. Vamos a afilar nuestras espadas esta noche, y roguemos al Espíritu Santo que ponga firmes nuestros brazos para el conflicto. ¡Cada hombre y mujer a su puesto, nosotros guerreros de la cruz, y que el Señor pisotee a Satanás bajo nuestros pies!

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