domingo, 3 de junio de 2018

SACERDOTES



Zacarías 3:1
"Me mostró al sumo sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle."


En el sumo sacerdote, vemos una imagen de todos y cada uno de los hijos de Dios, que han sido comprados por la sangre de Cristo, y se les ha enseñado a ministrar en cosas santas, y a entrar en lo que está dentro del velo. Jesús nos ha hecho sacerdotes y reyes para Dios, e incluso aquí sobre la tierra ejercemos el sacerdocio de la vida consagrada y el servicio sagrado. 


En el versículo de hoy vemos que este sumo sacerdote está "parado delante del ángel del Señor", es decir, de pie para ministrar. Esta debería ser la posición perpetua de cada verdadero creyente. Cada lugar es ahora el templo de Dios, y su pueblo puede servirle de verdad tanto en sus tareas diarias como en su casa. Deben estar siempre "ministrando", ofreciendo el sacrificio espiritual de la oración y la alabanza, y presentándose a sí mismos como un "sacrificio vivo". 

Es solo a través de un mediador que nosotros, los humanos, podemos llegar a ser sacerdotes para Dios. Presento lo que tengo ante el mensajero, el ángel del pacto, el Señor Jesús; y a través de Él mis oraciones encuentran aceptación envuelta en sus oraciones; mis alabanzas se vuelven dulces, ya que están atadas con manojos de mirra, y áloes, y casia del propio jardín de Cristo. Si no puedo traerle más que mis lágrimas, Él las pondrá con sus propias lágrimas en su propia botella porque una vez lloró; si no puedo traerle más que mis gemidos y suspiros, los aceptará como un sacrificio aceptable, porque una vez tuvo el corazón roto y suspiró profundamente en espíritu. 

Yo mismo, en Él, soy acepto en el Amado; y todas mis obras contaminadas, aunque en sí mismas son solo objetos de aborrecimiento divino, son tan recibidas que Dios derrama un dulce aroma. Él está contento y yo soy bendecido. 

Véase, entonces, la posición del cristiano: "un sacerdote que está de pie delante del ángel del Señor".

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