lunes, 4 de junio de 2018

REDENCIÓN



Efesios 1:7
"...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia."


¿Podría haber una palabra más dulce en cualquier idioma que la palabra "perdón", cuando suena en el oído de un pecador culpable, como las notas de plata del jubileo para el cautivo israelita? ¡Bendita, bendita por siempre sea esa querida estrella del perdón que brilla en la celda condenada, y da a los que perecen un brillo de esperanza en medio de la medianoche de la desesperación! ¿Es posible que el pecado, un pecado como el mío, pueda ser perdonado, perdonado por completo y para siempre? 


El infierno es mi parte como pecador, no hay posibilidad de escapar de él mientras el pecado permanece sobre mí. ¿Puede elevarse la carga de la culpa y eliminarse la mancha carmesí? ¿Pueden las piedras diamantinas de mi prisión ser liberadas de sus mortajas, o las puertas pueden abrirse? Jesús me dice que aún puedo ser libre. Por siempre bendita sea la revelación del amor expiatorio que no solo me dice que el perdón es posible, sino que está asegurado a todos los que descansan en Jesús. He creído en la propiciación designada, en Jesús crucificado, y, por lo tanto, mis pecados están en este momento, y para siempre, perdonados en virtud de sus dolores sustitutivos y muerte. ¡Qué alegría es esto! ¡Qué dicha ser un alma perfectamente perdonada! 

Mi alma le dedica todos sus amores a quien, por su propio amor no comprado, se convirtió en mi fiador, y forjó la redención a través de su sangre. ¡Qué riqueza de gracia exhibe el perdón gratuito! ¡Perdonar en absoluto, perdonar completamente, perdonar libremente, perdonar para siempre! Aquí hay una constelación de maravillas; y cuando pienso en cuán grandes fueron mis pecados, cuán queridas fueron las preciosas gotas que me limpiaron de ellas, y cuán lleno de gracia fue el método por el cual el perdón me fue sellado, estoy con el deseo de adorarle siempre. 

Me inclino ante el trono que me absuelve, cierro la cruz que me libera, sirvo a partir de ahora todos los días el Dios encarnado, a través del cual soy esta noche un alma perdonada.

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