Josué 8:1-2
"El Señor exhortó a Josué: «¡No tengas miedo ni te acobardes! Toma contigo a todo el ejército, y ataquen la ciudad de Hai. Yo les daré la victoria sobre su rey y su ejército; se apropiarán de su ciudad y de todo el territorio que la rodea. Tratarás a esta ciudad y a su rey como hiciste con Jericó y con su rey. Sin embargo, podrán quedarse con el botín de guerra y todo el ganado. Prepara una emboscada en la parte posterior de la ciudad»."
Después de que se descubre el pecado de Acán, ¿Cuál es el resultado del segundo ataque de los israelitas contra Hai? Victoria. El resultado es completamente diferente y es la diferencia entre una situación donde hay pecado escondido y otra donde hay rendición y se está a cuentas con Dios.
Y después hay una actitud de Josué de la que podemos aprender mucho:
Josué 8:34-35
"Luego Josué leyó todas las palabras de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones, según lo que estaba escrito en el libro de la ley.
De esta lectura que hizo Josué ante toda la asamblea de los israelitas, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los inmigrantes, no se omitió ninguna palabra de lo ordenado por Moisés."
Josué sabe lo que acaba de pasar. Por la desobediencia y quizás desconocimiento, toma la Ley, que en ese momento quizás era gran parte de lo que hoy conocemos como Levítico y Deuteronomio, todo lo que Dios había dejado por medio de Moisés y lo lee íntegro a todo el pueblo. ¡Dice que no omitió una sola palabra!
Muchas de las situaciones por las que no alcanzamos la victoria en nuestras batallas diarias es justamente por eso: Desconocimiento y/o desobediencia. Tomemos este ejemplo y tratemos de conocer más de la Palabra de Dios. Y no nos quedemos allí, no sólo conocer, sino poner en práctica. Obedecer. Es lo que tenemos que hacer.
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