Josué 3:14-17
"Cuando el pueblo levantó el campamento para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto marcharon al frente de todos.
Ahora bien, las aguas del Jordán se desbordan en el tiempo de la cosecha. A pesar de eso, tan pronto como los pies de los sacerdotes que portaban el arca tocaron las aguas,
estas dejaron de fluir y formaron un muro que se veía a la distancia, más o menos a la altura del pueblo de Adán, junto a la fortaleza de Saretán.
A la vez, dejaron de correr las aguas que fluían en el mar del Arabá, es decir, el Mar Muerto, y así el pueblo pudo cruzar hasta quedar frente a Jericó.
Por su parte, los sacerdotes que portaban el arca del pacto del Señor permanecieron de pie en terreno seco, en medio del Jordán, mientras todo el pueblo de Israel terminaba de cruzar el río por el cauce totalmente seco."
Finalmente, después de años de vagar en el desierto, de infidelidades del pueblo, de murmuraciones y críticas... la nación de Israel cruza el río Jordán, rumbo a tomar posesión de la tierra prometida.
Dios provee un pasaje seguro para su pueblo. Siempre fue así, Él ha visto el final desde el principio y sabe que nunca dejará que su pueblo muera, siempre y cuando permanezca fiel y confiando en el Señor.
Bajo el liderazgo del joven Josué, los hijos de la generación que salió de Egipto toma posesión de la tierra, una vez más por medio de actos sobrenaturales, como muestra de que para todo en esta vida necesitamos de la guianza y sabiduría de nuestro Dios.
Si aún estamos vagando en el desierto de la duda, tomemos la decisión de confiar en el Señor. Crucemos junto a Él el Jordán de la incredulidad, y empecemos a tomar posesión de la Tierra Prometida que Él tiene preparada para nosotros.
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