Josué 14:1-5
"Estas son las tierras cananeas que el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de los clanes entregaron a los israelitas como herencia.
Esa herencia se les repartió por sorteo a las nueve tribus y media, tal como el Señor había ordenado por medio de Moisés.
Ya este les había dado por herencia la parte oriental del Jordán a las dos tribus y media, pues los descendientes de José se habían dividido en dos tribus, Manasés y Efraín.
Pero a los levitas no les dio tierras, sino solo algunas poblaciones con sus respectivos campos de cultivo y pastoreo.
Así los israelitas dividieron el territorio tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés."
Vemos ahora que el Señor reparte la herencia de la tierra entre las tribus de Israel. Él lo tiene todo tan planeado que sabe qué parte va para cada tribu. Mención especial merecen los levitas, que no reciben como tal una porción de tierra más allá de las ciudades de refugio, sino que "su herencia es el Señor".
No todos hemos recibido los dones de predicar o de estar de lleno en un ministerio dentro de la liturgia de la Iglesia, pero hemos recibido otro tipo de "tierra". Allí en donde estás ahora estudiando, trabajando, en esa familia o vecindario, es la herencia que Dios te ha dado para que conquistes. Allí puedes testificar por medio de tu estilo de vida, por medio del respeto a los demás y por medio de tu proyección social y preocupación por los que tienen menos, lo que Dios hace por medio de ti.
Es importante que estemos contentos con la porción que nos ha tocado y sobre esa porción, sembrar y cosechar. Dios sabe que esa porción es la mejor que te pudo haber tocado. No dejemos que el enemigo nos haga codiciar, envidiar y ser egoístas por lo que les ha tocado a otros.
Oración: Señor, gracias por lo que me has dado. En tu infinita misericordia sé que es lo mejor que me pudo haber tocado. Te amo, te bendigo y te quiero honrar sacando el mejor provecho de los dones y talentos que me has dado. Amén.
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