Jueces 6:1-3
"Los israelitas hicieron lo que ofende al Señor, y él los entregó en manos de los madianitas durante siete años.
Era tal la tiranía de los madianitas que los israelitas se hicieron escondites en las montañas, las cuevas y otros lugares de refugio.
Siempre que los israelitas sembraban, los madianitas, amalecitas y otros pueblos del oriente venían y los atacaban.
Israel siguió haciendo "lo que ofende al Señor". Como consecuencia de ésto, Dios los entrega a manos de los madianitas 7 años. Fueron años duros para Israel, que no tuvo más remedio que esconderse en las montañas, cuevas y otros lugares de refugio. Es increíble para nosotros leer y enterarnos que a pesar que el pueblo de Dios sufría en carne propia el castigo por el pecado, era tan fácil para ellos volverse a apartar de Dios. ¿Por qué el ser humano es así?
¿No nos pasa a nosotros también? Suplicamos a Dios por un empleo, una fuente de ingresos. Ayunamos, servimos a Dios, nos metemos de lleno en la congregación... y cuando tenemos el trabajo por el que tanto oramos, dejamos de orar, dejamos de servir... nos olvidamos de Dios.
Dios utilizó a Gedeón esta vez para liberar a los israelitas de Madián. La Biblia relata que unos pocos soldados fueron suficientes para derrotar el numeroso y temible ejército madianita. ¿Por qué? Porque no fueron ellos, fue Dios el que efectuó la liberación. De la misma forma, Él espera que nosotros hoy seamos libres del pecado, no en nuestras fuerzas, sino gracias a su intervención.
Abandonemos hoy esos malos hábitos, ese pecado secreto y recurrente. No sigamos más revolcándonos en el fango de la maldad. Volvámonos a Dios, dejemos que Él derrote al enemigo de nuestras almas y podamos alcanzar libertad y sanidad. ¡Amén!
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