lunes, 19 de julio de 2021

DESAFORTUNADO CICLO


 

Jueces 2:16-19

"Entonces el Señor hizo surgir caudillos que los libraron del poder de esos invasores. 

Pero tampoco escucharon a esos caudillos, sino que se prostituyeron al entregarse a otros dioses y adorarlos. Muy pronto se apartaron del camino que habían seguido sus antepasados, el camino de la obediencia a los mandamientos del Señor. 

Cada vez que el Señor levantaba entre ellos un caudillo, estaba con él. Mientras ese caudillo vivía, los libraba del poder de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de ellos al oírlos gemir por causa de quienes los oprimían y afligían. 

Pero, cuando el caudillo moría, ellos volvían a corromperse aún más que sus antepasados, pues se iban tras otros dioses, a los que servían y adoraban. De este modo se negaban a abandonar sus malvadas costumbres y su obstinada conducta."


En estos versículos, el libro de Jueces establece el tono y el patrón para el resto del libro. Nos parece increíble a nosotros que las personas no se dieran cuenta lo que sus acciones provocaban. Veíamos lo mismo cuando estaban en el desierto. Sus murmuraciones e incredulidad provocaron que estuvieran vagando 40 años y ahora el patrón se repite una y otra vez, y aún así no se daban cuenta de ello.


¿No nos pasa a nosotros también? Nos preguntamos por qué le dinero no nos alcanza, por qué nos toca vivir ciertas situaciones que nosotros mismos hemos provocado. Pero Dios con sus lazos de amor nos recuerda continuamente sobre sus promesas, pero también sobre las consecuencias que nuestro pecado trae a nuestras vidas cuando decidimos desobedecer deliberadamente a Dios y su Palabra.


Que esta lectura nos sirva para reflexionar sobre nuestra vida y sobre nuestra relación con Dios. Es momento de obedecerle y actuar con sabiduría para que su bendición pueda alcanzarnos y a nuestra familia.


Oración: Padre, gracias por tu amor y fidelidad. Quiero obedecerte, amarte y serte fiel. No quiero verme en el espejo del pueblo de Israel, no quiero ser mal agradecido y fallarte aún cuando sé que lejos de ti no hay vida, sólo tristeza y despesperanza. En el nombre de Jesús, amén.

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