Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 3 de enero de 2014
SABIDURÍA
A lo largo de esta travesía llamada vida, vamos a tener que tomar muchas decisiones. Algunas de ellas entran en conflicto entre lo que emocionalmente queremos, lo que pensamos que queremos y lo que es correcto.
Independientemente de esto, Dios quiere que tomemos decisiones sabias. Decisiones basadas en su voluntad. Basadas en el amor que le tenemos y que queremos demostrar a los demás. La segunda parte del capítulo 1 de Proverbios dice que la sabiduría está llamando pero que muchos de nosotros nos rehusamos a escucharla. Y muchas veces es así porque no vemos más allá de lo que deberíamos ver. Nos conformamos a emociones momentáneas, resultados a corto plazo, alegrías pasajeras. Dios quiere para nosotros algo mucho mejor. Quiere para nosotros felicidad eterna, gozo interminable, y para ello nos ha enseñado que el principio de la sabiduría es el temor a Dios. Ese temor no es un miedo irracional como el que le podamos tener a alguna enfermedad, a la muerte o a algún animal furioso. Realmente el temor de Dios del que habla la Escritura es un respeto genuino, una reverencia por su grandeza, un "darle su lugar" como Creador, Dueño y Señor de todo.
Y ese Creador, Dueño y Señor de todo está listo y dispuesto para ofrecerte su sabiduría. ¿En dónde la encontramos? Pues en su Palabra, en conocer su forma de actuar a través de la historia. Mientras más tiempo pasemos hablando con Dios y dejándolo hablar a nuestra vida, más le conoceremos y más seguros estaremos de tomar decisiones sabias, decisiones que van de acuerdo a su personalidad y a lo que quiere para nosotros. ¿Quieres obtener sabiduría? Lee lo que dice Santiago:
Santiago 1:5 "Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada."
Maravilloso.
¿No es Dios lo mejor que hay?
Oración: Dios, quiero disfrutar de la vida, y disfrutarla de la manera como Tú la quieres para mi. No por medio de alegrías pasajeras y emociones momentáneas sino completa e íntegramente, así como la planeaste. Gracias por ofrecer Tu sabiduría para mí. Elijo recibirla y así poder tomar decisiones que te honren y que me permitan vivir mejor. Gracias por tu amor, tu misericordia y tu eterna sabiduría. Te amo y te quiero obedecer siempre. Es lo más sabio que puedo hacer. Amén.
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