Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 24 de junio de 2016
EL QUE PROVEE
Génesis 22:14
"Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El Señor Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá."
Vimos en el capítulo 20 que Abraham mostró una falta de confianza en Dios diciendo una media verdad a Abimelec. Abraham aprendió la lección y ahora exhibe plena confianza en Dios. El pasaje de hoy es un texto clásico que ha jugado un papel central tanto en cristianos como judíos: El Akedah o "La unión de Issac". De hecho, es una narrativa que está en el corazón del mensaje bíblico.
Mientras que la mayoría de nosotros entendemos la decisión de Abraham de sacrificar al hijo de la promesa, nos resulta difícil entender por qué él estaba obedeciendo 'a ciegas' el mandato de Dios sin suplicar por la vida de Isaac. Después de todo, había suplicado compasión por Sodoma y Gomorra, cuyos ciudadanos habían cometido pecados graves.
Recordando que Abraham había "perdido" su otro hijo Ismael en el capítulo 21, nos damos cuenta de que el texto hace hincapié en que Isaac era ahora su único hijo (v 2). ¿Cómo pudo Abraham justificar su obediencia incuestionable?
La respuesta se encuentra en Hebreos 11:19: Abraham sabe que Dios tiene poder levantar a los muertos, y hablando en sentido figurado, recobró a Isaac de vuelta de la muerte (Hebreos 11:19). La incuestionable obediencia de Abraham en lo que respecta a su primogénito estaba basada en su convicción en el poder de Dios para levantar a los muertos. Por lo que el Akedah o sacrificio de Isaac es paralelo y similar a la obra de Cristo.
Nótese la similitud de este pasaje en las palabras de Romanos 8:32: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no también, junto con él, nos dará todas las cosas?
Jesús es el primogénito entre los muertos (1 Corintios 15:20, 23, Colosenses 1:18). A través de él, las promesas hechas a Abraham se extienden a todos los que creen en Él.
¡Gracias a Dios que hemos sido elegidos para participar en la resurrección final.!
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