Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 3 de junio de 2016
NO SEAMOS APRESURADOS
Proverbios 16:32
"Mejor es el lento para la ira que el poderoso,
y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad."
Debemos evitar cometer los mismos errores una y otra vez. Puede que no tengamos una segunda oportunidad. Además, si no hemos aprendido la lección, las cosas podrían ir muy mal, no sólo para nosotros, sino también para los demás. La paciencia y esperar en el Señor para que revele su voluntad parece ser particularmente difícil para nosotros en esta era de rápido movimiento.
Recuerda el amargo castigo que el rey Saúl sufrió porque era demasiado impaciente por ir a la batalla y no podía esperar a Samuel (13: 13-14). Fue un error muy costoso que condujo a la pérdida de su dinastía. En lugar de esperar para preguntar a Dios su voluntad, decidió apresurar el paso y tomó decisiones equivocadas, una tras otra.
Él precipitadamente puso una maldición sobre cualquiera que se atreviera a comer algo antes de que la batalla hubiera terminado. Esa era una maldición tonta. Los soldados ya no tenían armas para luchar y tenían hambre, necesitaban alimentarse para seguir adelante. La miel estaba disponible en el bosque para ellos y el hecho de que Jonathan comiera de ella confirmó la decisión tonta del rey Saúl: Su hijo había quedado bajo maldición.
Como resultado, al final de la batalla, los soldados estaban tan cansados y hambrientos que se lanzaron sobre el botín y mataron a los animales allí y luego se los comieron, junto con la sangre. Dios prohíbe esto. ¡Lo peor estaba por venir! Cuando Dios se mantuvo en silencio, Saul apresuradamente dedujo que un pecado se había cometido entre ellos y él volvió a maldecir a toda prisa. ¡Es sorprendente que el llamado "crimen" de Jonathan de comer miel merecía la pena de muerte en los ojos de su propio padre!
El Espíritu Santo nos da la paciencia y la sabiduría. Oremos hoy por aquellos en posiciones de liderazgo para que no tomen decisiones precipitadas que tendrán un impacto adverso sobre aquellos a quienes dirigen.
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