Salmos 39:1
"Yo dije: Atenderé a mis caminos,
Para no pecar con mi lengua;
Guardaré mi boca con freno,
En tanto que el impío esté delante de mí."
Compañero peregrino, no digas en tu corazón: "Yo iré aquí y allá, y no pecaré"... Porque nunca estás tan fuera de peligro de pecar como para jactarte de seguridad. El camino es muy largo, será difícil que no ensuciemos nuestras prendas de vestir, aunque esa debe ser nuestra meta, definitivamente.
Este es un mundo complicado. Hay un ladrón a cada paso del camino para querer robarte tus joyas. Hay una tentación en toda misericordia. Hay una trampa en cada gozo. Y si alguna vez llegas al cielo, será un milagro de la gracia divina y el crédito es enteramente de Dios y de Jesucristo nuestro Señor. Ten cuidado. Cuando un hombre lleva una bomba, debe tener cuidado de no acercarse a una vela... Y tú también debes tener cuidado de no entrar en tentación. Incluso tus acciones comunes son herramientas afiladas.
Nuestra oración debe ser, "Sosténme y estaré a salvo." Habiendo orado, también debes cuidar cada pensamiento, palabra y acción. No te expongas innecesariamente. Pero si eres llamado a la exposición, si se te pide que vayas a donde los dardos están volando, nunca debes aventurarte sin tu escudo. Porque una vez que el diablo te encuentre sin tu escudo, se alegrará de que su hora de triunfo haya venido, y pronto te hará caer herido por sus flechas. Sé sobrio, vigila, el peligro puede ser en una hora cuando todo parezca más seguro para ti.
Por tanto, mantente atento a tu caminos, y vela en oración. Ningún hombre ha caído en el error por estar demasiado atento. Que el Espíritu Santo nos guíe en todos nuestros caminos... Así siempre agradaremos al Señor.
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