sábado, 7 de enero de 2017

PERMANECER LIMPIOS




Salmos 19:13
"Preserva también a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión."


Nuestra naturaleza malvada, como un caballo malhumorado, es capaz de huir de las manos de Dios. Es necesario que nosotros aprendamos a depender únicamente de Él y de su gracia. ¿Qué sería de nosotros si volviéramos al lugar de donde Dios nos sacó? La oración del salmista está dirigida contra la peor forma de pecado, la que se hace con deliberación y voluntad. Incluso los más santos necesitan ser "apartados" de las transgresiones más viles. 


Es una cosa solemne encontrar al apóstol Pablo advirtiendo a los santos contra los pecados más repugnantes. "Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra, fornicación, inmundicia, afecto desordenado, malvados conjuros y avaricia, que es idolatría". ¡Qué! ¿Hay necesidad de advertir a los hijos de Dios contra tales pecados como éstos? Por supuesto. Las vestiduras más blancas, a menos que su pureza sea preservada por la gracia divina, serán contaminadas por los puntos más negros. 

Si ya eres cristiano desde hace años, si te sientes experimentado, no te jactes de tu experiencia. Hay suficiente yesca en el corazón del mejor de los hombres para encender un fuego que arderá hasta el infierno más bajo, a menos que Dios apague las chispas cuando caigan. ¿Quién habría soñado que el justo Lot podía ser encontrado borracho, y cometer la suciedad que hizo con sus hijas? 

Que la sabiduría infinita nos cure de la locura de la confianza en nosotros mismos. Que sepamos que cualquiera de nosotros en cualquier momento puede caer, a no ser que la gracia y la mano de Dios nos detengan.

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