Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 9 de enero de 2017
PACIFICADORES
Mateo 5:9
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios."
Esta es la séptima de las bienaventuranzas... recordemos que el siete fue el número de perfección entre los hebreos. Puede ser que el Salvador colocó al pacificador como séptimo en la lista, porque casi se acerca al hombre perfecto en Cristo Jesús.
Hay también un significado en la posición del texto. El versículo que le precede habla de la bienaventuranza de "los puros de corazón, porque ellos verán a Dios". Es bueno entender que debemos ser "primero puros, luego pacíficos". Nuestra pacificación nunca debe ser estando conviviendo con el pecado, o con tolerancia almal. Debemos poner nuestros rostros como piedras contra todo lo que es contrario a Dios y a su santidad: la pureza en nuestras almas es una cuestión establecida, luego de allí podemos ir a la paz.
Jesús mismo, aunque amó a la humanidad y no hizo ningún mal, fue "despreciado y rechazado por los hombres, un hombre de dolores y familiarizado con el dolor". Por lo tanto, para que los pacíficos de corazón no se sorprendan cuando se encuentren con enemigos, se añade en el siguiente versículo: "Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos". Por lo tanto, los pacificadores no sólo son llamados para ser bendecidos, sino que están rodeados de bendiciones.
¡Que Dios nos dé gracia para subir a esta séptima bienaventuranza! Purifiquemos nuestras mentes para que seamos "primero puros, entonces pacíficos", y fortalezcamos nuestras almas, para que nuestra paciencia no nos lleve a la cobardía y la desesperación, cuando por causa de la paz seamos perseguidos. Así sea.
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