Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 8 de enero de 2017
AYUDAR A QUIEN LO NECESITA
Gálatas 2:10
"Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer."
¿Por qué Dios permite que tantos de sus hijos sean pobres? Podría hacerlos todos ricos si quisiera. Podría poner bolsas de oro en sus puertas. Podría enviarles un gran ingreso anual... O podía dispersar alrededor de sus casas abundancia de provisiones, como una vez hizo que las codornices se encontraran en montones alrededor del campamento de Israel, y llovió pan del cielo para alimentarlos. No hay necesidad de que sean pobres, excepto que Él ve que es lo mejor.
Él podría hacer que los más ricos, los más grandes y los más poderosos trajeran todo su poder y riquezas a los pies de sus hijos, porque los corazones de todos los hombres están bajo su control. Pero Él no elige hacerlo. Él les permite sufrir la necesidad. ¿Por qué es esto? Hay muchas razones: una es, para darnos a los que tenemos suficiente, una oportunidad de mostrar nuestro amor a Jesús. Mostramos nuestro amor a Cristo cuando cantamos de Él y cuando oramos, pero si no hubiera hijos necesitados en el mundo, perderíamos el dulce privilegio de demostrar nuestro amor, ministrando en regalos a nuestros hermanos más pobres. Él ha ordenado que así debemos demostrar que nuestro amor no está en palabra solamente, sino en hecho y en verdad.
Si realmente amamos a Cristo, cuidaremos a los que son amados por Él. Los que le son queridos nos serán queridos. Considerémoslo no como un deber, sino como un privilegio para aliviar a los pobres del rebaño del Señor, recordando las palabras del Señor Jesús: "En cuanto habéis hecho a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mi me lo han hecho".
Seguramente esta declaración es bastante dulce, y este motivo es lo suficientemente fuerte como para llevarnos a ayudar a otros con una mano dispuesta y un corazón amoroso, recordando que todo lo que hacemos por su pueblo es aceptado por Cristo como hecho a Él mismo.
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