Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 16 de mayo de 2017
DIOS SIEMPRE ESCUCHA
1 Reyes 19:4
"Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres."
Era algo notable que el hombre que nunca debía morir, por quien Dios había ordenado una porción infinitamente mejor, el hombre que debería ser llevado al cielo en un carro de fuego, y ser transportado para que no viera la muerte, estuviera orando así: "Déjame morir, yo no soy mejor que mis padres".
Tenemos aquí una prueba memorable de que Dios no siempre responde a la oración en especie, aunque siempre lo hace en efecto. Le dio a Elías algo mejor que lo que pidió, y sabemos que realmente lo escuchó y le respondió. Es extraño que el corazón de león de Elías estuviera tan deprimido por la amenaza de Jezabel que pidiera la muerte, y benditamente bueno fue por parte de nuestro Padre celestial que no le tomó a su desamparado siervo la palabra.
Hay un límite a la doctrina de la oración de la fe. No debemos esperar que Dios nos dé todo lo que escojamos para pedir. Sabemos que a veces pedimos, y no recibimos, porque pedimos mal. Si pedimos lo que no se promete, si nos oponemos al espíritu que el Señor quiere que cultivemos, si pedimos lo contrario de su voluntad o de los decretos de su providencia, si sólamente queremos gratificación de nuestra propia vida, y no le damos ni un crédito a su gloria, no debemos esperar que recibamos.
Sin embargo, hay veces donde a pesar de que los motivos son los correctos, pareciera que no le hace daño a nadie que nos dé lo que pedimos, justo cuando pedimos con fe y sin dudar, si no recibimos la cosa precisa pedida, recibiremos un equivalente, y más que un equivalente, lo absolutamente necesario y mejor para nosotros. Como se dice: "Si el Señor no paga en plata, lo hará en oro, y si no paga en oro, lo hará en diamantes".
Si no te da precisamente lo que pides, te dará lo que es equivalente o mejor para ti, y seguro que te regocijarás en recibirlo en lugar de eso. Sé entonces, querido lector, paciente y fiel en la oración, y haz de esta tarde un tiempo de intensa intercesión, pide conforme a su voluntad... y espera. Abraham esperó 25 años. Zacarías esperó toda su vida. ¿Cuánto nos tocará esperar a nosotros? Sólo el sabio Dios lo sabe.
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