domingo, 28 de mayo de 2017

TESTIGOS



Lucas 24:33-35
"Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,
que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan."


Cuando los dos discípulos llegaron a Emaús y se refrescaron en la cena, el extraño misterioso que los había encantado en el camino, tomó el pan y lo alzó, se dio a conocer a ellos y luego desapareció de su vista. Ellos le habían obligado a permanecer con ellos, porque el día estaba muy lejos. Pero ahora, aunque era mucho más tarde, se olvidaron del cansancio, se olvidaron de la oscuridad y de inmediato regresaron los sesenta estadios para contar la gloriosa noticia de un Señor resucitado, que se les había aparecido por el camino. 


Llegaron a los cristianos en Jerusalén, y fueron recibidos por una explosión de noticias alegres antes de que pudieran contar su propia historia. Estos primeros cristianos estaban todos en llamas para hablar de la resurrección de Cristo, y para proclamar lo que sabían del Señor. Hicieron propiedad común de sus experiencias. En esta era, su ejemplo nos impresionará profundamente. Nosotros también debemos dar testimonio acerca de Jesús. El relato de Juan del sepulcro necesitaba ser complementado por Pedro. Y María podía hablar de algo más. Combinados, tenemos un testimonio completo que nadie puede negar. 

Tenemos cada uno de nosotros dones peculiares y manifestaciones especiales. Pero el único objeto que Dios tiene en vista es el perfeccionamiento de todo el cuerpo de Cristo. Por lo tanto, debemos traer nuestras posesiones espirituales y ponerlas a los pies de la iglesia, y hacer distribución de todo lo que Dios nos ha dado. 

No te quites de ser parte de la preciosa verdad, sino que  habla de lo que sabes y testifica lo que has visto. No permitas que la fatiga o la oscuridad, o la posible incredulidad de tus amigos, pesen un momento en la escala. Levántate, y anda al lugar del deber, y allí cuenta las grandes cosas que Dios ha mostrado a tu alma.

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