jueves, 25 de mayo de 2017

INTIMIDAD CON DIOS




Salmos 66:20
"Bendito sea Dios,
Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia."


Al mirar hacia atrás en el carácter de nuestras oraciones, si lo hacemos con honestidad, estaremos llenos de asombro que Dios las haya respondido. Puede haber algunos que piensan que sus oraciones son dignas de aceptación, como hizo el fariseo. Pero el verdadero cristiano, en una retrospectiva más ilustrada, llora sobre sus oraciones, y si pudiera volver sobre sus pasos, desearía orar más seriamente. 


Recuerda, cristiano, lo frías que han sido tus oraciones en algunas ocasiones. Cuando en tu armario debiste haber luchado como lo hizo Jacob. Pero en lugar de eso, muchas veces nuestras peticiones han sido débiles y pocas, muy alejadas de esa fe humilde, creyente y perseverante, que clama: "No te dejaré ir si no me bendices". Sin embargo, maravilloso es decir que Dios ha oído aún nuestras frías oraciones, y no sólo las escuchó, sino que las contestó. 

Reflexiona también, ¿cuán infrecuentes han sido tus oraciones, a menos que hayas estado en angustia, pero cuando ha llegado la liberación, ¿dónde ha sido tu súplica constante? Sin embargo, a pesar de que muchas veces hemos dejado de orar, Dios no ha dejado de bendecir. Es maravilloso que el Señor considere esos espasmos intermitentes que van y vienen con nuestras necesidades. 

Que el día de hoy entendamos que nuestra comunicación con Dios debe ser algo diario, algo fundamental y vital para nuestra vida espiritual. Si Dios ha cuidado de nosotros cuando lo hemos olvidado, ¿Cuánto más no lo hará si lo tenemos presente siempre?

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