sábado, 20 de mayo de 2017

PROVEEDOR



Génesis 42:2
"Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos."


La hambruna aplastó a todas las naciones, y parecía inevitable que Jacob y su familia sufrieran grandes pérdidas. Pero el Dios de la providencia, que nunca olvida a los que ha elegido amar, había almacenado un granero para su pueblo, dando a los egipcios advertencia de la escasez, y llevándolos a atesorar el grano en los años de abundancia. 


Poco esperaba Jacob de la liberación de Egipto, pero no había más maíz en la tienda para él. Creyente, aunque todas las cosas aparentemente estén contra ti, ten por seguro que Dios ha hecho una reserva por ti. En el rol de tus dolores hay una cláusula de salvación. De alguna manera te librará, y en algún lugar te proveerá. El barrio de donde saldrá tu rescate será muy inesperado, pero seguramente vendrá en un momento extremo, y magnificarás el nombre del Señor. 

Si los hombres no te alimentan, los cuervos lo harán. Y si la tierra no da trigo, caerá maná del cielo. Por tanto, ten buen ánimo y descansa en el Señor. Dios puede hacer que el sol se levante en el oeste si le place, y hacer de la fuente de angustia el canal del deleite. El maíz en Egipto estaba todo en las manos del amado José. El abrió o cerró los graneros a su antojo. Y así las riquezas de la providencia están todas en el poder absoluto de nuestro Señor Jesús, que las dispensará liberalmente a su pueblo. 

José estaba en abundancia dispuesto a socorrer a su propia familia, y Jesús es incesante en su fiel cuidado por sus hermanos. Nuestro negocio es ir detrás de la ayuda que se nos proporciona: no debemos permanecer sentados todavía en el desaliento, sino debemos de animarnos y buscar la bendición de Dios. La oración nos llevará pronto a la presencia de nuestro hermano real: una vez delante de su trono sólo tenemos que pedir y obtener. Sus tiendas no se agotan. Su corazón no es duro, él nos dará el maíz. 

Señor, perdona nuestra incredulidad, y permite que desde este mismo día podamos confiar en tí, aún a pesar de las circunstancias negativas. Eres nuestro Dios, nuestro proveedor, y nunca nos desampararás.

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