miércoles, 17 de mayo de 2017

LOS QUE SE REFUGIAN A SU DIESTRA...



Salmos 17:7
"Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,
De los que se levantan contra ellos."


Los favores de Dios siempre se realizan con todo el amor posible. No nos envía la carne fría ni nos manda lejos a un rincón apartado de la mesa, sino que hunde su bocado en su propio plato, y sazona nuestras provisiones con las especias de sus afectos fragantes. Cuando pone los símbolos dorados de su gracia en nuestras palmas, acompaña el don con una presión tan cálida de nuestra mano, que la manera de dar es tan preciosa como la misma bendición. Él entrará en nuestras casas con sus órdenes de bondad, y no actuará como hacen algunos visitantes ausentes en la cabaña del pobre, sino que Él se sienta a nuestro lado, no despreciando nuestra pobreza, ni culpando a nuestra debilidad. 


¡Amado, con qué sonrisas habla! ¡Qué frases de oro caen de sus labios graciosos! ¡Qué abrazos de afecto nos concede! Es imposible dudar de la sinceridad de su caridad, porque hay un corazón sangrante marcado en la cara de todos sus beneficios. Él da liberalmente y no se oculta. Ni un indicio de que le es pesado. Ni una mirada fría para sus pobres pensionados, pero se regocija en su misericordia, y nos presiona a su seno mientras Él está derramando su vida por nosotros. 

Hay una fragancia en Él que nada más que su corazón podría producir. Hay una dulzura en lo que nos da que no podría estar en ella a menos que la misma esencia del afecto de su alma se hubiera mezclado allí. Acerquémonos a la mesa del Señor, y compartamos con Él. Él salva a los que se refugian a su diestra.

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