Hebreos 12:23
"...a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos..."
Recuerda que hay dos tipos de perfección que el cristiano necesita: la perfección de la justificación en la persona de Jesús y la perfección de santificación que el Espíritu Santo realiza en él.
En la actualidad, la corrupción permanece aún en los hechos del regenerado - la experiencia enseña enseguida esto. Dentro de nosotros todavía están las lujurias y las malas imaginaciones. Pero me alegro de saber que llegará el día en que Dios terminará la obra que ha comenzado... Y presentará mi alma, no sólo perfecta en Cristo, sino perfecta por el Espíritu, sin mancha ni defecto, ni cosa semejante.
¿Puede ser verdad que este pobre y pecaminoso corazón mío sea santificado así como Dios es santo? ¿Puede ser que este espíritu, que a menudo grita, "¡Oh miserable soy! ¿Quién me librará del cuerpo de pecado y de la muerte?" se librará del pecado y de la muerte, para que no tenga cosas malas que atoren mis oídos, y no haya pensamientos profanos que perturben mi paz?
Oh, ¡Hora feliz! ¡Que se apresure! Cuando yo cruce el Jordán, la obra de santificación será terminada. Pero hasta ese momento ni siquiera reclamaré la perfección en mí mismo. Entonces mi espíritu tendrá su último bautismo en el fuego del Espíritu Santo. Me parece que debo morir para recibir la última purificación que me introducirá al cielo.
La obra de la gracia debe permanecer en nosotros ahora o no puede ser perfeccionada entonces. Oremos para "ser llenos del Espíritu", para que produzcamos cada vez más frutos de justicia. ¡Que cada día vayamos acercándonos a la estatura del varón perfecto!
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