Lucas 22:32
"Pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos."
Qué alentador es el pensamiento de que Cristo intercede por nosotros para fortalecernos. Qué reconfortante saber que cuando oramos, aboga por nosotros y cuando no oramos... ¡también!
Nota la palabra de consuelo dirigida a Pedro: "Simón, Simón, Satanás te ha pedido para zarandearte como el trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte..." Poco sabemos de lo que debemos a las oraciones de nuestro Salvador. Cuando lleguemos a las cumbres de las colinas del cielo, y veamos hacia atrás por todo el camino por el que el Señor nuestro Dios nos ha llevado, cómo lo alabaremos porque deshizo el daño que Satanás estaba haciendo en la tierra.
¿Cómo vamos a darle las gracias porque nunca guardó silencio, prefirió morir antes que dejar que pagáramos nuestra condena?
Jesús, gracias por tu amor, por tu interseción y por defenderme de peligros que ni imagino, quiero alabarte y agradecerte siempre. ¡Bendito seas!
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