¿HAS DEJADO TU PRIMER AMOR?

Apocalipsis 2:4
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor."

Nunca vamos a recordar mejores tiempos, que cuando vimos por primera vez el Señor, Él llevó nuestra carga, recibimos promesas, nos regocijamos por saber el concepto de salvación, y pudimos seguir nuestro camino en paz. Era un tiempo de primavera en el alma; el invierno había pasado. 

Ese día se callaron los murmullos de truenos del Sinaí; los destellos de sus relámpagos no eran más percibidos; Dios te contempló como reconciliado; la ley amenazaba sin venganza, la justicia exigió ningún castigo. A continuación, las flores aparecieron en tu corazón; esperanza, amor, paz, paciencia y surgió el jacinto de arrepentimiento, la campanilla de invierno de la santidad pura, el azafrán de la fe de oro, el narciso de amor temprano, todo cubierto hacia el jardín del alma. Se cumplió el tiempo con el canto de los pájaros, y te regocijaste con acción de gracias; si te pasó como a mí, seguro tus palabras fueron algo como éstas: "Señor, yo soy tuyo, todo lo que soy y lo que tengo, porque tú me compraste". 

Ahora bien, ¿Cómo hemos mantenido esta resolución? ¿Nuestro amor se mantiene como ese día? ¿Cómo es entonces que leemos en esta cita: "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor"? ¡Ay! es muy poco lo que hemos hecho para la gloria de nuestro Maestro. Nuestra primavera ha durado demasiado tiempo. Estamos tan fríos como el hielo cuando debemos sentir el resplandor de verano y florecer con flores sagradas. Le damos a Dios peniques cuando Él merece libras, más aún, Él merece la sangre de nuestro corazón traducida en el servicio de Su Iglesia y de Su verdad. Pero... ¿Vamos a seguir de este modo? 

Oh Señor, después de que me diste vida en abundancia, ya no quiero tenerte en el olvido, quiero amarte con la misma intensidad del primer día. ¡Ayúdame, Señor! Hasta para corresponder a tu amor necesito de tí. Así sea.