Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 21 de octubre de 2016
SALVACIÓN
Mateo 1:21
"...porque Él salvará a su pueblo de sus pecados."
Muchas personas, si se les pregunta qué entienden por la salvación, responderán: "Ser salvo del infierno y ser llevado al cielo." Este es uno de los resultados de la salvación, pero no es ni una décima parte de lo que está contenida en esa bendición. Es cierto que nuestro Señor Jesucristo hace redimir a todo su pueblo de la ira venidera; los salva de la condenación, del miedo que sus pecados habían traído sobre ellos; pero su triunfo es mucho más completo que este. Él salva a su pueblo de sus pecados
¡Oh! Una dulce liberación de nuestros peores enemigos. Donde Cristo trabaja en una obra de salvación, arroja a Satanás de su trono, y no le permite ser dueño por más tiempo. Ningún hombre es un verdadero cristiano si el pecado reina en su cuerpo mortal. Es cierto que el pecado estará en nosotros y que nunca será expulsado por completo hasta que el espíritu entre en la gloria; pero nunca tendrá dominio. Habrá una lucha por el dominio - un vivo deseo en contra de la nueva ley y el nuevo espíritu que Dios ha implantado - pero el pecado nunca tendrá la sartén por el mango con el fin de ser monarca absoluto de nuestra naturaleza.
Cristo será Señor en el corazón, y el pecado debe ser mortificado. El León de la tribu de Judá, prevalecerá, y el dragón será echado fuera. Cristo salva a su pueblo, no en sus pecados, sino de ellos. "Sin santidad nadie verá al Señor." "Que todo aquel que invoca el nombre de Cristo se aparte de la iniquidad." Que estas palabras nos ayuden a buscar a Dios y buscar su salvación.
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