Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 8 de octubre de 2016
REMISIÓN DE PECADOS
Hebreos 9:22
"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión."
Esta es la voz de la verdad inalterable. En ninguna de las ceremonias judías los pecados podrían retirarse sin derramamiento de sangre. En ningún caso, de ningún modo alguien podía permanecer "puro" sin haber sido expiado por sus pecados. Está claro, entonces, que no hay esperanza para mí fuera de Cristo; porque no hay otro derramamiento de sangre que valga la expiación por el pecado. ¿Quién soy yo, entonces, lejos de Él? ¿Está la sangre de su expiación realmente aplicada a mi alma? Todos los hombres están en un mismo nivel en cuanto a su necesidad de Él. Todos necesitamos de un salvador. Todos hemos pecado.
No necesitamos buscar a nadie más. CRISTO JESÚS es todo lo que necesitamos. Las personas de religión meramente formal no pueden entender cómo podemos regocijarnos de que todos nuestros pecados nos son perdonados por causa de Cristo. Las obras, y las oraciones y ceremonias no pueden darnos perdón de pecados. Lo que hemos aprendido antes de Cristo es que podríamos ganarnos nuestra propia salvación, pero no es así. Por mucho que el hombre se esfuerce, no puede salvarse a sí mismo. Necesita de un salvador. El único restaurador para una conciencia culpable es aquel que murió en la cruz.
"La sangre es la vida misma," dice la ley levítica, y vamos a estar seguros de que es la vida de fe y alegría la que nos hace entender que la sangre de Cristo nos libró. ¡Bendito sea Jesús por habernos reconciliado con Dios!
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