Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 20 de octubre de 2016
JESÚS
Mateo 1:21
"Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS..."
Cuando una persona es querida, todo lo relacionado con él se convierte en algo muy querido. Por lo tanto, tan preciosa es la persona del Señor Jesús en la estimación de todos los verdaderos creyentes, que todo lo que se relaciona con Él es inestimable más allá de todo precio.
Ya sea que se le llame el Esposo de la Iglesia, su esposo, su amigo; si él es el mismo Cordero inmolado que existe desde la fundación del mundo, es El Rey, El Profeta, El Sacerdote... cada título es más que merecido: Nuestro Maestro, Emmanuel, Maravilloso, el Poderoso Consejero - todo nombre es como el nido de abeja dejando caer con miel, y exquisitas son las gotas que destilan de ella. Pero si hay un nombre más dulce que todos estos títulos, es el nombre de Jesús.
¡Jesús! es el nombre que mueve las arpas del cielo a la melodía. ¡Jesús! la vida de todas nuestras alegrías. Si hay un nombre más encantador, más precioso que el otro, es este nombre. Se teje en la trama misma de nuestra vida restaurada. Muchos de nuestros himnos comienzan con ese Nombre. Es la suma total de todos los placeres. Es la música con la que las campanas suenan en los cielos; una canción en una palabra; un océano de comprensión, una reunión de las aleluyas de la eternidad en cinco letras.
Jesús, te amo. Tu Nombre es música para mis oídos. ¡Jesús!
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