Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 14 de marzo de 2017
EL HILO ESCARLATA
Josué 2:21
"Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana."
Rahab dependía para su preservación de la promesa de los espías, a quienes ella miraba como los representantes del Dios de Israel. Su fe era simple y firme, pero era muy obediente. Amarrar la línea escarlata en la ventana era un acto muy trivial en sí mismo, pero no se atrevía a correr el riesgo de omitirlo. ¿No hay aquí una lección para nosotros?
¿Has estado atento a la voluntad de tu Señor, aunque algunos de sus mandamientos parezcan no esenciales? ¿Has observado a tu manera las dos ordenanzas del bautismo de los creyentes y de la Cena del Señor? Este acto de Rahab establece una lección aún más solemne. ¿He confiado implícitamente en la preciosa sangre de Jesús? ¿He atado el cordón escarlata, como con un nudo en mi ventana, para que mi confianza nunca pueda ser quitada? ¿O puedo mirar hacia el Mar Muerto mis pecados, o la Jerusalén de mis esperanzas, sin ver la sangre, y viendo todas las cosas en conexión con su bendito poder?
A veces lo que nos limita es la vergüenza, pero debemos rechazarla. Que hombres o demonios miren si quieren, la sangre es mi jactancia y mi canción. Las murallas de Jericó se derrumbaron en mi vida. Ahora mi naturaleza está construida en un muro más seguro. Mi alma es salva gracias al hilo escarlata de la Biblia: La sangre de Jesús. ¡Bendito sea mi Cristo!
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