Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 6 de marzo de 2017
LASTIMADO
Salmos 22:7
"Todos los que me ven me escarnecen;
Estiran la boca, menean la cabeza..."
La burla era un gran ingrediente en la aflicción de nuestro Señor. Judas se burló de él en el jardín. Los principales sacerdotes y los escribas se burlaban de él. Herodes lo puso en ridículo (segun él). Los sirvientes y los soldados se burlaban de él y lo insultaban brutalmente. Pilato y sus guardias ridiculizaron su realeza... Y en el árbol se le arrojaban toda clase de bromas horribles y de espantosas burlas.
El ridículo es siempre difícil de soportar, pero cuando estamos en dolor intenso es tan cruel, tan cruel, que nos lastima mucho más fuerte. Imagina al Salvador crucificado, atormentado por la angustia mucho más allá de toda conjetura mortal, y luego imagina esa multitud heterogénea, meneando la cabeza o sacudiendo el labio en el desprecio más amargo de una pobre víctima sufriente. Seguramente debía de haber algo más en el crucificado de lo que podían ver, o bien una multitud tan grande y mezclada no lo habría lastimadocon tanto desprecio.
Oh Jesús, "despreciado y rechazado de los hombres", ¿Cómo pudiste morir por los hombres que te trataron tan mal? Aquí está el amor asombroso, el amor divino, sí, el amor más allá del grado. Nosotros también te hemos despreciado en los días de nuestra falta de regeneración, e incluso desde nuestro nuevo nacimiento hemos puesto el mundo en alto en nuestros corazones, y sin embargo a veces te negamos a ti que nos diste la vida.
¡Ayúdame a honrarte, a amarte, a dejar de lastimarte! En tu nombre poderoso Cristo Jesús, amén.
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