Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 25 de marzo de 2017
LA BELLEZA DE CRISTO EXALTADO
Apocalipsis 5:6
"Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra."
¿Por qué debe aparecer nuestro Señor exaltado con sus heridas en gloria? Las heridas de Jesús son sus glorias, sus joyas, sus adornos sagrados. Cristo es encantador, puro, santo, incomparable... Pero nunca hubo un Cristo tan incomparable como el que colgó en la cruz. Allí vimos todas sus bellezas en la perfección, todos sus atributos se desarrollaron, todo su amor se extendió, todo su carácter fue expresado.
Amados, las heridas de Jesús son mucho más bellas a nuestros ojos que todo el esplendor y pompa de los reyes. La corona espinosa es más que una diadema imperial. Es verdad que ahora no lleva el cetro de caña, pero en él hay una gloria que nunca destelló de cetro de oro. Jesús lleva la apariencia de un cordero muerto como su vestido de corte en el que Él cortejó nuestras almas, y los redimió por su expiación completa.
Él ha redimido para sí una gran multitud que nadie puede contar, y estas cicatrices son los monumentos de la lucha. ¡Ah! Si Cristo ama así conservar el pensamiento de sus sufrimientos para su pueblo, ¡cuán preciosas serán sus heridas para nosotros! "He aquí cómo destila cada herida de su bálsamo precioso, que sana las cicatrices que el pecado había hecho, y cura todas las enfermedades mortales."
Esas heridas son bocas que predican su gracia. Los signos de su amor. Los sellos de nuestra felicidad esperada en el paraíso de arriba. Bello, qué bello es mi Cristo.
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