Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 28 de marzo de 2017
¡LEVÁNTATE, VEN!
Cantares 2:10
"Mi amado habló, y me dijo:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven."
¡He aquí, escucho la voz de mi amado! ¡Él me habla! Y yo lo escucho. Él me ordena "Levántate", y bien tiene la solvencia de decírmelo, porque he estado bastante tiempo entre las ollas de la mundanalidad. Él ha resucitado, yo he resucitado en Él, ¿Por qué, pues, me apegaré al polvo?
Él me llama por el dulce título de "Mi amor", y me considera justo. Si así me ha exaltado y me ha parecido tan amable, ¿cómo puedo permanecer en las tiendas de Kedar y encontrar compañeros afines entre los hijos de los hombres? Él me ordena "Ven", y eso va más allá de todo lo egoísta, rudo, mundano y pecaminoso que puedo ser. Oh Señor mío, quisiera que yo pudiera irme, pero yo soy tomado entre las espinas, y no puedo escapar de ellas como quisiera. Si fuera posible, no tendría ni ojos, ni oídos, ni corazón para el pecado. Tú me llamas a ti mismo diciendo "Ven", y esto es una llamada melodiosa. Venir a ti es volver a casa desde el exilio, para venir a la tierra de la tormenta furiosa, para venir a descansar después de un largo trabajo, para llegar a la meta de mis deseos y la cumbre de mis deseos.
Pero, Señor, ¿cómo puede levantarse una piedra, cómo puede un bulto de arcilla salir del abismo horrible? Tú levántame, avívame. Tu gracia puede hacerlo. Envía tu Santo Espíritu para encender las llamas sagradas del amor en mi corazón, y seguiré levantándome hasta que deje la vida y el tiempo detrás de mí, y pueda apartarme del mundo y del pecado, apartarme para ti.
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