jueves, 15 de junio de 2017

SE HUMILLÓ A SÍ MISMO




Filipenses 2:8
"y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."


Jesús es el gran maestro de humildad de corazón. Necesitamos aprender de Él diariamente. ¡Siempre me impacta imaginar al Maestro tomando una toalla y lavando los pies de sus discípulos! 


Es una de mis metas el bajarle a mi orgullo. Como seguidor de Cristo, no puedo ser orgulloso, cuando Él es el ejemplo vivo de la humildad. ¿No es esta frase el compendio de su biografía, "se humilló a sí mismo"? ¿No estaba Él en la tierra despojándose de una sola túnica de honor y luego de otra, hasta que, desnudo, fue atado a la cruz, y allí vació su ser íntimo, derramando su sangre de vida, dando su vida por nosotros hasta el punto que lo pusieron sin dinero en una tumba prestada? Si esto hizo Jesús, ¿cómo podemos ser orgullosos? 

Párate al pie de la cruz, y cuenta las gotas carmesí por las que has sido purificado. Ve la corona de espinas. Las marcas de sus hombros azotados, sus manos y sus pies clavados con hierro áspero, y todo su ser sometido a la burla y al desprecio. Ve la amargura, las angustias y el dolor interior. Escucha el grito "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Y si para este punto no nos provoca el postrarnos y adorarle, es que no hemos entendido el sacrificio realizado con tal de salvarnos. 

Yo estaba tan perdido que nada podía salvarme sino el sacrificio del único engendrado de Dios. Piensa en eso, y como Jesús se inclinó por ti, luego inclínate en la humildad a sus pies. Que el Señor nos traiga en contemplación al Calvario, entonces nuestra posición ya no será la del hombre pomposo de orgullo, sino que tomaremos el lugar humilde de quien ama mucho porque le ha sido perdonado mucho. 

El orgullo no puede vivir debajo de la cruz. Vamos a sentarnos allí y aprender nuestra lección, y luego levantarnos y llevarla a la práctica.

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