sábado, 18 de noviembre de 2017

EL QUE HABLA JUSTICIA Y ANUNCIA RECTITUD


Isaías 45:19
"No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud."


Podemos ganar mucho consuelo al considerar lo que Dios NO ha dicho. Lo que ha dicho está inexpresablemente lleno de confort y deleite; lo que no ha dicho muchas veces nos quita el sueño, y nos hace sufrir sin necesidad. Fue uno de estos "no dijo" que preservó el reino de Israel en los días de Jeroboam, hijo de Joás, porque "el Señor no dijo que borraría el nombre de Israel debajo del cielo". 2 Reyes 14:27. 


En nuestro texto de hoy tenemos la seguridad de que Dios responderá a la oración, porque Él "no dijo a la simiente de Israel que lo buscarán en vano". Esto debemos de tener presente en el momento en el que tengamos pensamientos en contra de nosotros mismos: Que las dudas y miedos digan lo que quieran, si Dios no ha dicho algo sobre fracasar, no hay lugar para la desesperación: incluso la voz de la conciencia es de poco peso si es no secundada por la voz de Dios. ¡Lo que Dios ha dicho tiembla! 

Pero no sufras tus vanas imaginaciones para abrumarte con desaliento y desesperación pecadora. Muchas personas tímidas han sido molestadas por la sospecha de que puede haber algo en el decreto de Dios que los aleja de la esperanza, pero aquí hay una completa refutación a ese temor problemático, ya que ningún buscador verdadero puede ser decretado a la ira de Dios. "No he hablado en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no he dicho," incluso en el secreto de mi inescrutable decreto, "Búsquenme en vano". Dios ha revelado claramente que escuchará la oración de aquellos que lo invocan, y esa declaración no puede ser contravenida. Él lo ha dicho con tanta firmeza, con tanta sinceridad, tan justamente que no puede haber lugar para la duda. 

Él no revela su mente en palabras ininteligibles, sino que habla clara y positivamente: "Pide, y recibirás". Creemos esta verdad segura: que la oración puede y debe ser escuchada, y que nunca, incluso en los secretos de la eternidad, ha dicho el Señor a ninguna alma viviente: "Búsquenme en vano".

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