Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 21 de noviembre de 2017
ME GOZARÉ
Isaías 65:19
"Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor."
Los alcanzados por la gracia no llorarán más, porque todas las causas externas del dolor desaparecerán. No hay amistades rotas, ni perspectivas arruinadas en el cielo. La pobreza, el hambre, el peligro, la persecución y la calumnia, se desconocen allí. No hay angustia, ni por qué pensar en la muerte o los dolores de duelo. No llorarán más, porque están perfectamente santificados. Ningún "corazón malvado de incredulidad" los impulsa a apartarse del Dios vivo; están sin culpa ante Su trono, y están completamente conformes a Su imagen.
Allá, dejarán de llorar quienes han dejado de pecar. No lloran más, porque todo miedo al cambio ha pasado. Saben que están eternamente seguros. El pecado está cerrado, y están cerrados al pecado. Moran en una ciudad que nunca será asaltada; se bañan en un sol que nunca se pondrá; beben de un río que nunca se secará; arrancan fruta de un árbol que nunca se marchitará. Innumerables ciclos pueden girar, pero la eternidad no se agotará, y mientras perdure la eternidad, su inmortalidad y bendición coexistirán con ella. Ellos están para siempre con el Señor. No lloran más, porque cada deseo se cumple.
No pueden desear nada que no tengan en su poder. Ojo y oído, corazón y mano, juicio, imaginación, esperanza, deseo, voluntad, todas las facultades, están completamente satisfechas; e imperfectos como nuestras ideas actuales son las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman, aún sabemos lo suficiente, por la revelación del Espíritu, que los santos de arriba son sumamente bendecidos. La alegría de Cristo, que es una plenitud infinita de deleite, está en ellos. Se bañan en el mar insondable y sin fondo de infinita bienaventuranza. Ese mismo descanso gozoso espera para nosotros si decidimos confiar en Dios acá.
Puede que no esté muy lejos. Durante mucho tiempo, el sauce llorón se cambiará por la rama de la palma de la victoria, y las gotas de rocío de la tristeza se transformarán en las perlas de la felicidad eterna. "Por lo tanto, consolémonos unos a otros con estas palabras".
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