domingo, 19 de noviembre de 2017

HAMBRE DE SU PRESENCIA




Cantares 5:8
"Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,
Que le hagáis saber que estoy enferma de amor."


Tal es el lenguaje del creyente que ama a Dios después de la comunión presente con Jesús, siente que está "enfermo de amor". Las almas salvadas por la gracia de Dios nunca se sienten perfectamente a gusto, excepto cuando están en un estado de cercanía con Cristo; porque cuando están lejos de Él pierden la paz. 


Más cerca de Él, más cerca de la calma perfecta del cielo; cuanto más cerca esté de Él, más lleno estará el corazón, no solo de la paz, sino de la vida, el vigor y la alegría, ya que todo depende de las relaciones constantes con Jesús. Lo que el sol es para el día, lo que es la luna para la noche, lo que el rocío es para la flor, tal es Jesucristo para nosotros. Qué pan es para el hambriento, la ropa para el desnudo, la sombra de una gran roca para el viajero en una tierra cansada, tal es Jesucristo para nosotros; y, por lo tanto, si no somos conscientemente uno con Él, nuestro espíritu llorará como en el versículo de hoy: "Te pido, oh hijas de Jerusalén, si encuentras a mi amado, dile que estoy enfermo de amor." 

Bienaventurado el hombre con esa hambre, ya que proviene de Dios. Si Cristo nos hace desearlo tanto tiempo, seguramente satisfacerá esos anhelos; y cuando Él venga a nosotros, ¡Oh, qué dulce será!

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