martes, 14 de noviembre de 2017

SÁCAME DE ESAS REDES



Salmos 31:4
"Sácame de la red que han escondido para mí,
Pues tú eres mi refugio."

 
Nuestros enemigos espirituales son de la prole de la serpiente, y tratan de atraparnos por sutileza. La oración ante nosotros supone la posibilidad de que el creyente sea atrapado como un pájaro. Tan hábilmente hace el cazador su trabajo, que los más sencillos son rodeados pronto por la red. 


El texto pide que incluso de las redes del enemigo el cautivo pueda ser liberado; esta es una petición apropiada, y que se puede conceder: de entre las mandíbulas del león, y fuera del vientre del infierno, el amor eterno puede rescatar al santo. Puede necesitar un gran esfuerzo salvar a un alma de la red de tentaciones, y un poderoso tirón para sacar a un hombre de las trampas de la astucia maliciosa, pero el Señor va igual a todas las emergencias y las redes más hábilmente colocadas del cazador nunca podrá sostener a sus elegidos. 

¡Ay de aquellos que son tan astutos en la colocación de las redes; los que tentan a otros serán destruidos ellos mismos. "Porque tú eres mi fortaleza." ¡Qué dulzura inexpresable se encuentra en estas pocas palabras! ¡Cuán alegres podremos encontrarnos y cuán alegres podremos soportar los sufrimientos cuando podamos echar mano de la fuerza celestial! El poder divino despedazará todas las fatigas de nuestros enemigos, confundirá su política y frustrará sus trucos astutos. Nuestra propia fuerza sería de poco servicio cuando se avergüenza en las redes de la astucia básica, pero la fuerza del Señor está siempre disponible; tenemos que invocarla, y la hallaremos cerca. 

"Señor, siempre buscamos tu rostro: tentados somos, pobres y débiles, consérvanos con humildes corazones y que por más mansos que seamos, no caigamos".

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