Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 19 de diciembre de 2016
BENJAMÍN
Génesis 35:18
"Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Ben-oni; mas su padre lo llamó Benjamín."
Casi todo lo que hay en el universo tiene un lado brillante así como un lado oscuro. Raquel estaba abrumada por el dolor de su propio trabajo y muerte; Jacob, aunque lloraba la pérdida de la madre, podía ver la misericordia del nacimiento del niño. Está bien para nosotros si, mientras la carne está de luto por las pruebas, nuestra fe triunfa en la fidelidad divina.
El león de Sansón dio miel, y también nuestras adversidades, si se consideran correctamente. El mar tormentoso alimenta multitudes con sus peces; la madera silvestre florece con flores hermosas; el viento tempestuoso barre la pestilencia, y el viento helado afloja el suelo. Las nubes oscuras destilan las gotas brillantes, y la tierra negra hace florecer hermosas plantas. Una vena de bien se encuentra en cada mina del mal. Sobre todos nosotros hay un tinte de esta locura miserable, y somos aptos, a veces, como Jacob, para gritar, "todas estas cosas están contra mí." La manera de caminar de la fe es echar todo el cuidado sobre el Señor, y luego anticipar los buenos resultados de las peores calamidades.
Cuando la muerte aparece, la fe apunta a la luz de la resurrección más allá de la tumba, haciendo así que nuestro moribundo Ben-oni sea nuestro Benjamín viviente. ¡Aleluya, gloria a Dios!
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