Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 10 de diciembre de 2016
QUE NOS BASTE SU GRACIA
2 Corintios 12:9
"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo."
Si ninguno de los santos de Dios fuese pobre y probado, no podríamos conocer tan bien los consuelos de la gracia divina. Cuando encontramos al vagabundo que no tiene dónde recostar la cabeza, y que aún puede decir: "Aún confiare en el Señor"... Cuando vemos al indigente hambriento de pan y agua, que aún se gloría en Jesús... Cuando veamos a la viuda afligida abrumada en aflicción, y sin embargo tener fe en Cristo, ¡Oh! Qué honor refleja esa fe en el evangelio. La gracia de Dios es ilustrada y engrandecida en la pobreza y las pruebas de los creyentes.
Los santos soportan cada desánimo, creyendo que todas las cosas trabajan juntas para su bien, y que de los males aparentes una verdadera bendición saldrá en última instancia, que su Dios trabajará una liberación para ellos rápidamente, o que hay un propósito más grande y perfecto en cada situación, por muy fea que parezca. Esta paciencia de los santos prueba el poder de la gracia divina. Hay un faro en el mar: es una noche tranquila, así que no se puede decir que el edificio es firme. La tempestad debe enfurecerse, y entonces se sabrá si subsistirá. Así pasa con la obra del Espíritu: si no estuviera en muchas ocasiones rodeado de aguas tempestuosas, no deberíamos saber si es en verdad fuerte en nosotros. Las obras maestras de Dios son aquellos hombres que están en medio de las dificultades, inamovibles.
Que esto sirva hoy para meditar si el tuyo es un camino muy probado, si es así regocíjate en Él, porque demostrarás la gracia de Dios. Podrás decir con propiedad que Su Gracia ha sido y es suficiente.
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