Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 20 de diciembre de 2016
MI AMADO
Cantares 5:16
"Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.
Tal es mi amado, tal es mi amigo,
Oh doncellas de Jerusalén."
La belleza superlativa de Jesús es atrayente. Tanto para ser admirada como para ser amada. Es más que agradable y justa, es encantadora. Ciertamente el pueblo de Dios puede justificar plenamente el uso de esta palabra de oro, porque es el objeto de su amor más cálido, un amor fundado en la excelencia intrínseca de su persona, la perfección completa de sus encantos. ¿No hemos escuchado sus palabras dulces? ¿Su declaración romántica de amor? ¿Acaso sus palabras no causan que nuestros corazones ardan dentro mientras habla con nosotros por el camino?
Tú, amante de Dios... testigo de su amor, me puedes contestar: ¿No son preciosos sus pensamientos? ¿Hay algo en Él que no sea atractivo? Su amor no es como un sello puesto sobre nuestro corazón sólo para mostrar pertenencia; También está sujeto a su brazo de poder. En todos los demás seres veremos faltas y fallas, en Él sólo hay perfección.
Los mejores de sus santos favorecidos han tenido manchas en sus vestidos y arrugas en sus ropas; todo es vanidad. Todos los soles terrenales tienen sus manchas, el mundo tiene su desierto. Pero Cristo Jesús es oro sin aleación; luz sin tinieblas; gloria sin nube. Es la definición perfecta de amor.
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