Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 2 de septiembre de 2017
PIEDRAS SIN LABRAR
Éxodo 20:25
"Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás."
El altar de Dios debía ser construido con piedras no labradas, para que no se viera sobre él ningún rastro de habilidad humana o trabajo. La sabiduría humana se deleita en recortar y disponer las doctrinas de la cruz en un sistema más artificial y más agradable con los gustos depravados de la naturaleza caída. Sin embargo, la sabiduría carnal contamina lo divino, hasta que se convierte en otro evangelio, y no en la verdad de Dios en absoluto.
Todas las alteraciones y enmiendas de la Palabra del Señor son contaminaciones. El corazón orgulloso del hombre está muy ansioso de tener una mano en la justificación del alma ante Dios. Se sueña con los preparativos para Cristo, se confía en las humillaciones y los arrepentimientos, se enzalzan las buenas obras, se alaba mucho la capacidad natural, y por todos los medios se intenta levantar herramientas humanas sobre el altar divino.
Estaba bien que los pecadores recordaran que lejos de perfeccionar la obra del Salvador, sus confidencias carnales sólo la contaminan y la deshonran. Sólo el Señor debe ser exaltado en la obra de la expiación, y no una sola marca del cincel o martillo del hombre será soportada. Hay una blasfemia inherente al intentar añadir a lo que Cristo Jesús en Sus momentos moribundos declaró estar consumado, o en mejorar aquello en lo cual el Señor Jehová encuentra la satisfacción perfecta.
Alejémonos hoy de nuestra adoración propia y caigamos sobre nuestras rodillas en humilde súplica. Y aceptemos al Señor Jesús como el altar de nuestra expiación, y descansemos solo en Él. Muchos "eruditos" pueden tomar advertencia del texto de hoy en cuanto a las doctrinas que creen. Hay entre los cristianos mucha inclinación a cuadrar y reconciliar las verdades de la revelación. Esta es una forma de irreverencia e incredulidad, luchamos contra ella y recibamos la verdad tal como la encontramos.
Alegrémonos de que las doctrinas puras de la Palabra son piedras no labradas, y por lo tanto son más aptas para construir un altar para el Señor.
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