miércoles, 6 de septiembre de 2017

PROVISIÓN DIARIA



Éxodo 16:21
"Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía."


A pesar de que Dios, nuestro proveedor, siempre se encargará de que tengamos lo suficiente para comer y para compartir, eso no significa que quedemos excluidos del trabajo. Nunca tratemos de vivir del viejo maná, ni mucho menos a buscar ayuda en Egipto. Todo debe venir de Jesús, por medio de las vías correctas, tampoco es que nos va a caer todo del cielo. La provisión que nos envía se renueva día a día. Las viejas unciones no bastarán para impartir la unción a tu espíritu. 


La cabeza debe tener aceite fresco derramado sobre él del cuerno de oro del santuario. Josué ordenó que el sol se quedara quieto, pero Jesús puede esconderlo en total oscuridad si no le damos la honra que se merece. Él puede retirar el gozo de tu corazón, la luz de tus ojos, y la fuerza de tu vida. En su mano están tus comodidades, y en su voluntad pueden apartarse de ti. Esta dependencia que debemos tener día a día la plasmó también con el modelo de oración. Él nos exhortó a pedir por el "pan de cada día". ¿No es mejor para nosotros que así sea, que a menudo podamos reparar en su trono, y ser constantemente recordado de su amor? 

¡Cuán rica es la gracia que nos provee tan continuamente, y no se detiene por nuestra ingratitud! Oh Señor Jesús, nos inclinamos ante tus pies, conscientes de nuestra absoluta incapacidad de hacer algo sin ti. Tú eres la fuente de toda provisión y trabajo en nuestras vidas. Bendito seas por siempre, amén.

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